(Traducido por mi hermano muslime Luqman, a quien mis gracias profundas.)
El 14 de Mayo del año 390 [1] un decreto
imperial fue fijado en el Atrio Romano de Minerva, un lugar de reunión
para actores, escritores y artistas,[2] el cual penalizaba
por primera vez la práctica sexual de aquellos a quienes llamamos
hombres "homosexuales"- esto nunca había ocurrido en la historia
de la ley. La pena prescrita era la muerte en la hoguera. Esta ley fue
promulgada por un emperador que en su momento estaba bajo una pena impuesta
por San Ambrosio, el obispo de Milán,[3] y la
ley fue publicada en el contexto de la persecución de herejías.
Los hombres homosexuales en la corte imperial habían sido poderosos
oponentes de la doctrina Católica durante los conflictos del cuarto
siglo sobre la naturaleza de Jesucristo, conocidas como las controversias
Arrianas.
Anterior al año 390, las leyes religiosas y seculares estaban
orientadas solo hacia una forma particular de homosexualidad:
cuando un hombre o joven que a pesar de que exhibía una atracción
viril hacia las mujeres, estaba de acuerdo o era forzado a jugar un papel
femenino en la relación sexual con otros hombres. Por ejemplo, las
leyes Bíblicas contra los actos homosexuales la llaman una abominación
y prescriben la muerte cuando "un hombre yace con un varón en la
forma que uno yace con una mujer".[4] Mientras tanto,
solo a los hombres orientados heterosexualmente (incluyendo hombres bisexuales)
se les llamaría apropiadamente "varones." Ya que la potencia sexual
con las mujeres era la prueba primaria de masculinidad. Así mismo,
las leyes de Augusto Cesar contra el adulterio, prohibían
las relaciones sexuales con "varones"[5] y quizás
hayan proporcionado el impulso para una amplia ola de castraciones en el
temprano imperio - para proveer compañeros sexuales que no eran
"varones".[6] Tan tardíamente como el año
342, Constantino II emitió un decreto imponiendo una "pena exquisita"
para el crimen que ocurría "cuando un varón se casaba
con un afeminado [femina, literalmente 'una mujer'] a fin de que este jugara
el rol masculino en la sexualidad [literalmente 'proyecta las partes masculinas']"
así como el varón mismo, jugar el rol femenino.[7]
Los hombres que carecen de deseo o potencia sexual hacia las mujeres,
como es el caso de los hombres homosexuales de hoy día, nunca fueron
el objeto de estas leyes - ellos no habrían sido considerados como
varones. La hombría implicaba el papel de penetrador y procreador.
Aquellos que no lo cumplían, no caían en el antiguo criterio
para ser llamados varones. Uno podría decir que el mismo concepto
de masculinidad o virilidad era definido a través del Antiguo Mediterraneo,
no contrario a las mujeres, sino a los hombres homosexuales. Innumerable
evidencia puede ser aducida para mostrar que los hombres que eran exclusivamente
homosexuales fueron llamados no-varones, mitad-varón, ni varón
ni hembra, andrógino, o tercer sexo, pero nunca varón.
Es muy poco conocido el hecho de que había una categoría
de hombres en el Antiguo Mediterraneo que eran llamados eunucos "naturales"
o "constitucionales".[8] Incluso es menos conocido que
estos eunucos son definidos por las leyes romanas a principios del siglo
tercero, como personas sin defectos físicos, la mayoría de
ellos tenían una rara orientación mental.[9]
Eran evidentemente lo que llamamos "homosexuales de nacimiento." En las
leyes eran diferenciados de los hombres castrados y otros que tenían
defectos físicos. Los eunucos naturales tenían derecho a
casarse con las mujeres, a adoptar, a legar propiedad, ya que "no hay defecto
corporal presente como un impedimento a eso."[10]
No obstante, Juvenal había notado que "cuando un eunuco se casa
con una mujer es difícil no escribir una sátira." [11]
[For a more detailed discussion (in English) of the definition of natural
eunuchs, see my article
on the subject on this website.]
Desde la antigua Babilonia hasta las postrimerías del imperio romano, los eunucos jugaron dos papeles principales en la sociedad antigua: como sacerdotes en templos paganos, y como sirvientes domésticos en las familias acomodadas así como en palacios reales. De este modo, los eunucos tenían una tradición de espiritualidad y de estar cercanos al poder. En el cuarto siglo, esta combinación hizo de ellos una gran ayuda para los obispos que apoyaban, y una potente amenaza para aquellos que se oponían a ellos. El eunuco Eusebio, el gran chambelan del Palacio Bizantino bajo Constantino y después bajo su hijo Constancio, era considerado como el que ejercía virtualmente el poder imperial debido a su habilidad para controlar el acceso al emperador, especialmente durante el reinado del hijo. Eusebio era un partidario de la doctrina Arriana, la cual sostenía que Dios Todopoderoso no era el Padre de Jesús en un sentido procreativo (no obstante el nacimiento virginal), sino que Dios adoptó a Jesús como Su Hijo a través de la gracia. En su Historia de los Arrianos, San Atanasio, un defensor virulento de la doctrina Católica, relató la misión de Eusebio a Roma, presuntamente para sobornar y amenazar al Papa Liberio para aceptar la comunión con los Cristianos Arrianos. Después concluyó:
Fueron los eunucos quienes instigaron estos procederes contra todos
(i.e. tácticas de presión contra los Cristianos Niceanos
en varias
ciudades). Y la más brillante circunstancia en este asunto, es que
la
herejía Arriana, la cual niega al Hijo de Dios, recibe su apoyo
de
eunucos, cuyos cuerpos y almas son improductivos y estériles de
las
semillas de la virtud y quienes no pueden incluso oir el nombre del hijo...
Los eunucos de Constancio no pueden soportar la confesión de Pedro
[Mateo 16:16], sino que se alejan cuando el Padre manifiesta al Hijo, y
locamente despotrican contra aquellos que dicen que el Hijo de Dios es
Su genuino Hijo, afirmando así como una herejía de eunucos
que no
hay genuina y verdadera descendencia del Padre.[12]
Independientemente de lo que los Cristianos homosexuales puedan creer
hoy día sobre el estatus de Jesús como Dios, es claro que
en el cuarto siglo, eran identificados como enemigos poderosos de la Doctrina
Católica. Este no es el lugar para examinar los méritos de
la doctrina oficial de la Iglesia, es decir, para discutir si Jesús
fue algo más que un ser humano, o si el papel de varón en
un acto procreativo puede propiamante ser atribuido a Dios. Suficiente
es decir, que los primeros partidarios del Credo de Nicea vieron a los
hombres homosexuales como rivales peligrosos.
Ahora, además de ser autoridades espirituales y sirvientes de palacio, los eunucos tenían un papel tradicional como pasivos sexuales. Debido a que no eran "varones", esta conducta fue legal en las leyes paganas y Bíblicas a través de la historia. Un historiador simpatizante que vivió en la época de Constancio notó que el emperador mismo era sexualmente devoto a sus eunucos, cortesanos y esposas; mientras "estar satisfecho con estos, nunca fue mancillado por ningún deseo transversal o injusto".[13] Fue Constancio, un cristiano, quien publicó el susodicho decreto implícitamente reconociendo el matrimonio homosexual (en tanto no involucrara un campañero "varón" en un papel pasivo). Recuerden, este fue un decreto publicado en un período cuando los eunucos de palacio eran poderosos e influyentes en la corte imperial.
El género de los eunucos, hasta el cuarto siglo, era típicamente
descrito tal y como aparece en el diálogo de Luciano, El Eunuco:
"ni hombre ni mujer, sino algo compuesto, híbrido, y monstruoso,
extraño a la naturaleza humana".[14] O como
en la aserción de Aristóteles, de que los eunucos "no caen
sino en la idea de ser poco menos que una hembra".[15]
O en la categorización de los eunucos de Plinio que los coloca junto
a los hermafroditas y castrados como un tercer género.[16]
Sin embargo, para principios del cuarto siglo aparecieron los primeros
signos de una expansión en cuanto a la definición de masculinidad
para incluir a los eunucos. Para Fírmico Materno, un astrológo
y converso cristiano, los eunucos son "varones sin semilla y que no pueden
copular, obscenos, poco respetables, sucios, pasivos impúdicos".[17]
El punto es que, él los llama varones, algo que los escritores anteriores
nunca hicieron.
Al mismo tiempo, notamos que la definición de eunuco empieza
a reducirse. A principios del siglo tercero, Clemente de Alejandría
había definido al eunuco como alguien no incapaz, sino reacio a
tener sexo.[18] Basíledes (citado por Clemente)
había definido a los eunucos de nacimiento de Mateo 19:12 como personas
que "desde su nacimiento tienen una naturaleza que los aparta de las mujeres,
y aquellos que así estan naturalmente constituidos hacen bien en
no casarse."[19] Ahora, en el cuarto siglo, Epifanio
de Salamis afirma que los eunucos de nacimiento estan incapacitados para
hacer cualquier cosa sexual "porque carecen de los divinamente creados
órganos de generación".[20] Y no
tienen ningún crédito o recompensa celestial por su abstención
del sexo, porque "no han hecho esto debido a que no quisieran, sino porque
no podían" y por lo tanto "no tienen experiencia de la lucha" (cometer
el pecado es una imposibilidad física para ellos). No obstante,
"tienen deseos". Esta es una llana revocación de las afirmaciones
de Clemente y Basíledes.
Esta reducción del estatus del eunuco a un defecto físico,
no es sino una táctica del clérigo (sustituyendo con el tiempo
a todas las otras afirmaciones) dentro de una estrategia general del cuarto
siglo para privar a los eunucos naturales, entiéndase hombres homosexuales,
de su credibilidad religiosa. Gregorio de Niazenso adoptó medios
de retórica diferentes para el mismo fin. En su caso, admitió
la carencia de deseo de los eunucos naturales para procrear, pero como
Epifanio, Gregorio también les negó crédito por su
abstinencia, debido a que era natural para ellos y no era el resultado
de una lucha interna feroz. En lugar de abstenerse de la procreación,
Gregorio en cambio, instó a los eunucos cristianos naturales a evitar
prostituirse y deshonrar de esa forma a Cristo.[21]
Por lo tanto, es como telón de fondo, el esfuerzo concentrado
de los partidarios de Nicea por degradar a sus poderosos enemigos, que
debemos evaluar la prohibición de la vida sexual de los homosexuales.
En el año 389, un año antes del decreto antihomosexual mencionado
al principio, el emperador había quitado el derecho de los herejes
eunucos neo-arrianos para hacerse o beneficiarse de las voluntades.[22]
Esto ejemplifica a los eunucos como blanco, a través de las leyes
imperiales como una forma de combatir la herejía. A principios del
año siguiente, habiendo cometido una atrocidad en contra de los
residentes de Tesalónica, el emperador Teodosio fue excomulgado
por San Ambrosio. Su augusta majestad llegó arrastrándose
al obispo, teóricamente un súbdito imperial, y suplicó
perdón y rehabilitación. El obispo cedió y prometió
rehabilitación una vez que el emperador hubiera cumplido una penitencia
que duró ocho meses. Sucedió que durante el primer
mes de esta penitencia, la ley contra los actos sexuales cometidos por
los homosexuales fue promulgada, inicialmente sin éxito, debido
al inesperado alto número de violadores.[23] El
decreto fue de nuevo publicado en Agosto, en el Foro de Trajano como sigue:
Todos aquellos cuyo hábito vergonzoso condena al cuerpo del varón
a
sufrir un sexo extraño a la manera de las mujeres, porque ellos
no
parecen en forma alguna diferente de las mujeres, expiarán un crimen
de esta clase vengándolo en las llamas, a la vista del pueblo.[24]
El viejo crimen de homosexualidad pasiva varonil fue así expandido
para incluir la "homosexualidad no masculina" pasiva con el enfoque del
"cuerpo varonil" [virile corpus]. La universalidad de la ley es reforzada
por la palabra omnes ["todos aquellos"]. Hasta aquí, aquellos conocidos
en la ley como eunucos naturales no fueron considerados "varones", pero
ciertamente tenían cuerpos de varón. Anteriormente, la ley
romana ya había establecido que con los eunucos naturales, "no hay
defecto corporal" [corporale vitium non est]. Finalmente, el énfasis
en el afeminamiento de los perpetradores hace claro que esta ley es específicamente
dirigida a aquellos tipos "no varones", como los eunucos naturales, que
habían estado exentos de todas las leyes anteriores contra la homosexualidad.
Habiendo establecido una vez el poder sobre la legislación imperial
con respecto a la religión, las autoridades Católicas nunca
miraron atrás. Con la ilegalidad de las herejías, haciéndola
cumplir por el poder imperial, nadie estaba en posición de contradecir
la doctrina establecida de la Iglesia. Si la Iglesia decidió que
Jesús se refería solamente a las personas que sufren de defectos
de nacimiento anatómicos en Mateo 19:12, ¿quien hubiera estado
en posición de objetar? Si ahora la Iglesia Imperial encontró
que el homosexual comprometido en su propia sexualidad natural, era el
culpable del pecado de Sodoma, ¿quién se atrevería
a discutirlo?
Más aún, la Iglesia continuó usando la opresión hacia los homosexuales (para quienes, como el agua de la vida de Jesús, hay una provisión sin fin) como una herramienta para consolidar el poder. Cuando Justiniano promulgó las siguientes leyes contra la homosexualidad, en los años 538 y 544, [25] volvió a catalogar el crimen como una corrupción de "varones" (en lugar de cuerpos masculinos) ya que el termino "varón" empezó a ser aplicado a los homosexuales en el cuarto siglo, una tendencia que la Iglesia apoyó, debido a que prefirió definir la masculinidad basada en los organos anatómicos, en lugar del líbido procreativo. Pude suponerse también, que las Nuevas Constituciones 77 y 141 contra la homosexualidad fueron hechas para incluir a todos aquellos con un cuerpo de varón. En caso de que el objetivo real de las leyes no fuera claro para alguien, la No.77 también castigaba la blasfemia. Quizás 150 años no habían sido suficiente tiempo para silenciar a los teólogos eunucos que insistieron sobre la naturaleza humana total de Cristo, e incluso lo catalogaron como un compañero eunuco.[26] Lo que es interesante y nuevo sobre la 141, es su insistencia de que aquellos culpables "no deben solamente refrenarse de pecar" sino "confesar sus faltas en la presencia del Más Béndito Patriarca", de ese modo apartando el castigo, pero arruinando sus reputaciones y poniendo fin a cualquier esperanza de una carrera eclesiástica.
El Código Visigodo del siglo séptimo al final resolvió
la ambigüedad sobre los eunucos naturales ordenando la castración
de todo varón culpable de un acto homosexual[27],
lo cual nos trae a colación la obsesión española con
los cojones, una nueva y completa dimensión. El closet fue así
construído, y con él, también una nueva definición
de masculinidad, basada no en el cumplimiento del rol procreativo, sino
en la preservación de la integridad corporal. Un varón era
ahora identificado simplemente por un pene y testículos intactos.
FIN.
Envia comentarios a aquarius@well.com
Vea Born Eunuchs Home Page para más informacion en inglés sobre la homosexualidad en las culturas antiguas.
NOTAS
1 Rev. M. Hyamson. edición y tr., Mosaicarum et romanarum legum collatio, Londres, 1913 (reimpresión Buffalo, 1997), pags. 82-83. (Coll. leg. mos. et rom. 5.3.1-2)
2 Columbia Encyclopedia, 5ª. edición , Nueva York, 1993, s.v. Minerva, p. 1782.
3 Wilhelm Ensslin, Die Religionspolitik des Kaisers Theodosius des Grossen, Munich, 1953. En: Sitzungsberichte der Bayerischen Akademie der Wissenschaften, Philosophich-historische Klasse, Año 1953, Num.2.
4 Levítico 18:22, 20:13.
5 Institutos de Justiniano 4.18.4.
6 Séneca, De ira 1.21; Juvenal 6.371-373, 10.306; Marcial 6.2, 9.6.4, 9.8.5; Statius, Silvae 4.3.16; Suetonius, Nerón 28, Domitian 7.
7 Código de Teodosio 9.7.3.
8 Mateo 19:12; Digesto de Justiniano 50.16.128.
9 Digesto de Justiniano 21.1.1.9. junto con 21.1.5-6 y 21.1.38.7.
10 Digesto de Justiniano 1.7.2.1, 1.7.40.1, 23.3.39.1,
28.2.6.
11 Juvenal 1.22.
12 Atanasio, Historia de los Arrianos, 5.38.
13 Sixto Aurelio Victor, Epítome de los Césares, 42.19.
14 Luciano, El Eunuco, 6.
15 Aristóteles, Generación de los Animales, 4.1.
16 Plinio, Historia Natural, 11.49.
17 Firmico Materno, Mathesis, 3.9.1.
18 Clemente de Alejandría, El Educador, 3.4.26.
19 Clemente de Alejandría, Misceláneas, 3.1.1.
20 Epifanio de Salamis, Cesta de Herejías, 4.3.2-5.
21 Gregorio de Niazenso, Discurso 37, 16-17.
22 Código de Teodosio, 16.5.17.
23 Otto Seek, Geschichte des Untergangs der antiken
Welt, Stuttgart, 1920-1922 (reimpresión 1966), vol.5, p.531
nota con respecto a p. 229, linea 9.
24 Código de Teodosio, 9.7.6.
25 Nuevas Constituciones de Justiniano, 77 y 141. Para las fechas confío en Derrick Sherwin Bailey, Homosexuality and the Western Christian Tradition, Londres, 1955 (reimpresión 1975), p.73ff.
26 Como Tertuliano lo hizo, por ejemplo, en Monogamia, 3: "El Señor mismo abrió el reino de los cielos a los eunucos y El mismo vivió como eunuco. El apóstol (Pablo) también siguió su ejemplo, haciéndose él mismo eunuco y señaló que la continencia es lo que prefiere."
27 Código Visigodo 3.5.5-6.